Este es otro teaser, siguiendo la escena de la semana pasada, que podeis encontrar aquí.
Como siempre esto es un primer borrador y debe contener muchos horrores y errores ortográficos y gramaticales.
Como siempre esto es un primer borrador y debe contener muchos horrores y errores ortográficos y gramaticales.
“¿Necesitas un trago? Café, una bebida gaseosa con
cafeína…” La sonrisa en su tono es peor que la sonrisa en su rostro.
“No necesito nada.”
“Entonces puedes comenzar a explicarte.” Él dice
dejando la guitarra de un lado.
Gruño antes que las palabras salgan cortantes de mis
labios. “Yo no tengo nada que explicar.”
“Muy bien.” Daniel se inclina hacia atrás en el sofá,
sus ojos nunca dejando los míos de lado. “¿Por qué estás aquí? Me imagino que
no has venido a follar, o ya estaríamos en la habitación.”
El calor sube a mis mejillas y mi cuello, mientras me
pregunto si habrá algún encantamiento para abrir un cráter en el piso y dejarle
sepultarme. “Yo … ya te dije lo que quiero.”
“Y sin embargo aún estás parada ahí.” Daniel señala
con su dedo al piso y sacudo mi cabeza antes de comenzar a caminar hacia la
puerta pero mis pies dejan de funcionar, y en vez de llevarme hacia la puerta,
me traen nuevamente frente a él.
Está
claro que soy una masoquista.
“Si…” Oh
Claudia, que bien, mi cerebro se despierta justo cuando Daniel levanta su
ceja y me ofrece una de esas miradas llenas de expectación. “Porque me parece
que tú no me has entendido.”
“Has venido hasta aquí en vez de enviarme un mensaje
para decirme que no quieres verme más… Sin aún explicar porque tuviste que
darme un nombre falso. ¿Acaso he dejado algo fuera de la lista?” El pregunta
mientras trato de poner mis pensamientos fugaces en orden.
“No.” Contesto antes de poder golpearme la cara
mientras maldigo mi sinceridad bajo mi aliento.
Daniel se levanta del sofá, sin necesitar más que dos
pasos para estar justamente frente a mis ojos, el espacio entre nosotros
inexistente. Mis ojos se pegan as su boca, el deseo de explorarla irrumpiendo
caliente a través de mi piel, mientras trato de mantener una actitud fría;
aunque sé que es difícil.
Al momento en que sube sus brazos para cruzarlos sobre
su pecho, y después de rozar el mío, mi cuerpo tirita como una hoja apunto de
caer al vacío. Gira sobre tus pies y
vete. Mi voz retumba en mi mente pero no puedo moverme.
“Catalina…” Dice antes de mover la cabeza. “Claudia,
¿qué esperas que pase ahora?”
“No lo sé.” Respondo en un susurro calado por el
deseo, aunque lo más que quiero es sonar fría y distante.
“Cariño, yo no puedo contestar por ti… pero no parece
que quieras dejar de verme tanto como pretendes.” No hay sonrisa en su rostro.
Al contrario, parece que la contrariedad en mi alma está llegando hasta él.
Mientras frunce el ceño me muerdo el labio pensando que debí haber dejado las
cosas como estaban. “Para esto…” El susurro me toma por sorpresa pero no más
que el rozo de su pulgar contra mis labios. “Estoy tratando bastante de ser un
caballero… y ambos sabemos que eso es un título que no me sienta bien.”
“Daniel…” Su nombre es una súplica simple, que se
escapa y se tiende entre nosotros por un segundo, antes de traer nuestros
cuerpos juntos, y que mi espalda golpee
contra la pared.
La boca de Daniel cierra contra mis labios, caliente y
urgente, mientras sus manos anclan a cado lado de mi cara, con una ternura que
va en contra del deseo que arde en sus labios. Mis manos bajan para descansar
contra su pecho, explorando la definición de sus músculos bajo el jersey,
mientras las de él desabrochan mi abrigo, antes de empujar mi suéter y camisa
hacia arriba para que sus manos puedan acariciar mi piel.
Presionando mis caderas contra las de él abandono toda
idea de dejar todo esto de un lado. La culpabilidad que sentía antes se evapora
con cada beso de su boca, cada mordida de sus dientes en mi piel. Y siento mi
cuerpo dejando atrás mi mente, en lugar de obedecerla.
“Claudia.” Daniel dice abruptamente tomando un paso
hacia atrás y metiendo sus manos en los bolsillos de su pantalón. “Yo creo que
debes irte.” Sus ojos se fijan en el piso mientras yo trato de recuperar la
respiración, y trato de acomodar mi camisa y abrigo para abrocharlo. Cuando sus
ojos encuentran los míos, una mezcla de lamento y deseo me toman por
desapercibida.
“Lo siento.” Es la única forma en que puedo expresar
el arrepentimiento que siento en ese momento por haberle dado un nombre falso,
más aún por haber venido hasta aquí.
Mis pies por fin deciden funcionar y llevarme hasta la
puerta, antes de cerrarla detrás de mí, y dejar que mi cuerpo se apoye contra
ella, mientras me pregunto que acabo de hacer.
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